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viernes, 20 de agosto de 2010

Virgen de Guadalupe. Aparición en México (39)

Fray Juan de Zumárraga, primer obispo del Nuevo Mundo, fue enviado a México por el emperador Carlos para proteger al pueblo de los abusos de los conquistadores y contrarrestar la autoridad de los magistrados de la Primera Audiencia; su presidente Nuno Guzmán persiguió al obispo por defender los derechos de los indígenas. Fray Juan pidió la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe para evitar la previsible insurrección de los aztecas contra los españoles.

La madrugada del sábado 9 de diciembre de 1531, entonces fiesta de la Inmculada Concepción, el indio Juan Diego se dirigía a la iglesia de Santiago en Tlatelolco (a 16 km. de su vivienda) para asistir a Misa. Al pasar al pie del cerro de Tepeyac escuchó acordes musicales y una voz que le llamaba. Inesperadamente se encontró frente a una dama muy joven de gran belleza y brillante vestimenta que le dijo: "Soy la Virgen de Guadalupe, Madre del Dios Verdadero, dirígete a la casa del obispo y comunícale mi deseo de que aquí se construya un templo en mi honor". Juan Diego se dirigió a la capital donde el obispo le escuchó atentamente y le pidió que volviera porque tenía que reflexionar. En el camino de regreso se encontró de nuevo a la Virgen que le encargó volviera al día siguiente a visitar al obispo. Así hizo y tuvo que esperar varias horas, repitió el mensaje al obispo que pidió una señal del Cielo antes de construir un templo en aquel remoto lugar.

Juan Diego se encontró una vez más con la Virgen que le dijo: "Regresa mañana y tendrás una señal". Al llegar a casa de su tío le encontró moribundo. Decidió cuidarle y no asistir a la cita pero el martes caminó a Tlatelolco para buscar un confesor antes de que su tío muriera, rodeó el cerro de Tepeyac esperando escabullirse pero la Señora le interceptó y le dijo: "No te preocupes por tu tío porque está curado, sube a la cumbre y tráeme un ramo de flores (en aquel terreno árido nunca habían crecido flores, menos en pleno invierno). Juan llenó de flores su tilma, la Virgen arregló el ramo con sus manos y le envió como señal de Su voluntad al obispo.

Juan encontró al obispo acompañado del intérprete y del nuevo gobernador, les hizo un relato completo y sacó las flores de su manto. Zumárraga comprendió que era la señal solicitada, la respuesta a su plegaria por la paz.

Al dirigir los ojos a la tilma vió aparecer sobre ella la imagen gloriosa de la Madre de Cristo. Juan Diego quedó abrumado al comprobar que era la misma Dama que se le apareció en el cerro de Tepeyac.

El intréprete tradujo el nombre de la aparición como Guadalupe, venerada en el famoso Santuario español, cuya devoción los españoles llevaron a América a petición de la reina Isabel.