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lunes, 28 de marzo de 2011

PNV: República y Frente Popular. (102)

La República tiene su origen en el pacto masónico de San Sebastián. La proclamación en Cataluña se hizo, la misma tarde del 14 de abril de 1931, en nombre del separatismo por Macía en el balcón de la plaza de San Jaime. El día 27, Alcalá Zamora visitó triunfalmente Barcelona para convalidar el gobierno de la Generalidad catalana, unilateralmente resucitada por Companys.

En la asamblea del PNV en Estella (14 de junio), José Antonio Aguirre (alcalde de Guecho) se reveló como líder del separatismo vasco. Navarra y Álava se negaron a seguir la descarada línea independentista de los seguidores de Aguirre en Vizcaya y Guipúzcoa. Los catalanistas siguieron una línea nacionalista de corte europeo incompatible con el elemento racista del PNV. Las principales diferencias entre separatistas vascos y catalanes eran religiosas.

La aproximación del PNV al PSOE se inició en 1933 y se afianzó pese a la revolución bolchevique de octubre de 1934, verdadero comienzo de la guerra civil (Pío Moa). Aguirre (PNV) y Gil Robles (CEDA) pertenecían a la influyente Asociación Católica de Propagandistas, fundada por los jesuitas que mantenían dos focos de gran influencia en Vascongadas: La casa matriz en Loyola (Guipúzcoa) y la universidad de Deusto (Bilbao).

El PNV era confesionalmente católico y económicamente conservador. Contaba con un sector de la burguesía, con la alta burguesía y con la plutocracia bancaria e industrial.

El PNV era ardientemente antimasónico y anticomunista. Pero, a principios de 1936, se inclinó al pacto con las izquierdas por un solo motivo: la promesa de Indalecio Prieto (bilbaíno) de que el Frente Popular concedería urgentemente el Estatuto de Autonomía al País Vasco, estancado por la defección de Navarra y Álava.

El Estatuto había sido el objetivo del PNV desde su fundación por Sabino Arana porque era el paso decisivo para el logro de la independencia. La complicidad de los nacionalistas vascos y su sindicato en la Revolución de Octubre ha quedado confirmada por la investigación de Urgoiti.

El éxito del Frente Popular en las elecciones de 1936 (febrero), gracias al “pucherazo” gubernamental, decidió al PNV para unirse al aciago destino de la alianza entre republicanos y rojos.

El comandante militar de Vitoria, jefe de la 3ª brigada de Caballería, apoyado por el teniente coronel Alonso Vega y el líder tradicionalista Oriol, proclamó el estado de guerra en la mañana del 19 de julio, sumándose al Alzamiento la Guardia Civil y la Guardia de Asalto. Antes de acabar el día se presentaron 1.500 requetés y falangistas alaveses, toda la provincia se sumó excepto un corto sector, limítrofe al norte con Vizcaya. Guipúzcoa estaba inevitablemente dominada por la alianza del Frente Popular con el Partido Nacionalista Vasco. La indecisión del mando militar acarreó el fracaso de la sublevación. La guarnición de Vizcaya se reducía al batallón de montaña de Garelleno en Bilbao, pero sus jefes y los de las Fuerzas del Orden eran partidarios del Frente Popular; ni siquiera se proclamó el estado de guerra.

Los diputados del PNV, Irujo y Lasarte, comunicaron por radio que el PNV se mantendría a favor de la República. Ajuriaguerra, presidente del BBB publicó en “Euskadi” el 19 una nota de adhesión al Frente Popular. El GBB asumió la postura de muchos militantes nacionalistas a favor de la República. Muchos militantes del PNV se dieron de baja en Álava y Navarra.

El PNV dejó el protagonismo a los socialistas hasta el 1 de octubre, una vez que Largo Caballero concedió el Estatuto de Autonomía al País Vasco, sin mencionar a Navarra. Los concejales vizcaínos (San Sebastián había caído el 14 de septiembre en manos de Mola) eligieron lendakari del Gobierno Vasco a Aguirre, que asumió la Defensa y nombró seis consejeros, tres del PNV (Leizaola, de la Torre y Monzón) y tres socialistas.

Aguirre rebasó continuamente los límites que imponía el Estatuto y asumió competencias del Estado, gobernando con “independencia de hecho”. Acuñó moneda propia, creó un Diario Oficial, declaró a la ikurriña bandera nacional vasca, creó un cuerpo de policía vasca. El 4 de enero (1937) los milicianos anarquistas y socialistas asaltaron las cárceles y asesinaron a 224 personas ante la indiferencia del consejero de gobernación Telesforo Monzón. Las dificultades en la coordinación de las operaciones militares entre el Gobierno Vasco, Santander y Asturias fueron claves en la derrota del Frente Popular en el Norte. Bajo el gobierno del PNV fueron asesinados 59 sacerdotes y el ejército nacional en su avance fusiló a 16 eclesiásticos por motivos políticos y espionaje a favor del enemigo.

El 8 de marzo de 1937, el crucero Canarias apresó al Mar Cantábrico, cargado con material de guerra norteamericano, imprescindible para la defensa de Bilbao (liberado el 19 de junio). El carguero estaba en llamas, con tripulantes vascos y las bodegas con miles de toneladas de explosivos. El comandante del Canarias pidió voluntarios para abordar y salvar la carga con riesgo de sus vidas. Se presentan el teniente de navío Lostau, el alférez Miralles y seis marineros falangistas, entre ellos Carlos María Rey-Stolle (biografiado por su hermano el jesuita Adro Xavier). De noche, con olas de gran tamaño, el bote golpeado varias veces contra el casco, es abordado con pistolas y sorprenden a los vascos que no se defienden aunque alguno se suicida o muere asfixiado por el humo. ¡Y llevaron la presa hasta El Ferrol!

Fuente: Ricardo de la Cierva. Hijos de la gloria y la mentira (2005).