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domingo, 6 de mayo de 2012

Rajoy: Plan Re-Inserción Presos de ETA (373)

Prisión-Hotel de Etarras en Nanclares de Oca (Álava)

Negociación del PSOE con ETA
Acercamiento y Liberación de Asesinos
Los Enigmas del 11-M
"La Conjura de los Necios"
Toole y Rajoy
Luis del Pino
(28 de Abril de 2012) 
John Kennedy Toole fue un escritor nacido en Nueva Orleans en 1937 y que tiene la particularidad de que murió sin haber llegado jamás a publicar nada de nada.

Escribió con solo 16 años su primera novela, "La biblia de neón", que era realmente mala y para la que no consiguió, por supuesto, ningún editor. Su segunda novela comenzó a escribirla mientras hacía el servicio militar y la terminó después de ser licenciado. Intentó de nuevo encontrar editorial, ahora que estaba convencido de haber escrito algo que realmente merecía la pena, pero recibió dos nuevas negativas en los dos intentos que realizó.

Enfrentado otra vez al fracaso, John Kennedy Toole se quitó la vida en 1969, a los 32 años de edad.

Su madre, Thelma, se propuso conseguir que publicaran aquella segunda novela de su hijo y durante once largos años anduvo peregrinando de editor en editor con el manuscrito bajo el brazo, cosechando una negativa tras otra. Siete editoriales distintas rechazaron el manuscrito hasta que finalmente, en 1980, la Universidad del Estado de Luisiana se decidió a publicarlo.

La novela consiguió rápidamente un éxito rotundo. Se vendieron de ella más de un millón y medio de copias, siendo traducida a 18 idiomas. Al año siguiente de su publicación, en 1981, fue galardonada con el prestigioso Premio Pulitzer.

Aquella novela de John Kennedy Toole que nadie le quiso publicar en vida y que lo convirtió en famoso después de muerto se llamaba "La conjura de los necios". Se trata de una novela cómica y ácida, cuyo protagonista es un sujeto misántropo y mentalmente inestable, que mantiene una conflictiva relación con su alcohólica madre.
Premio Pulitzer 1981
Ese personaje central de la novela es, de hecho, un reflejo parcial del propio autor, cuya misoginia era muy acusada y cuya estabilidad mental brillaba por su ausencia. Tras terminar su segunda novela, y mientras intentaba que se la publicaran, John Kennedy Toole pasó los últimos años de su vida dando clases en un instituto, donde sus alumnos fueron testigos del lento pero evidente progreso de su locura paranoide. Locura que cada vez causaba más sufrimientos a su familia y amigos.

Una semana antes de su muerte, John Kennedy Toole fue despedido del instituto donde trabajaba y, tras una última discusión con su madre, cogió su coche, sacó 1500 dólares de su cuenta corriente y condujo durante días por todo el sur de Estados Unidos, hasta recalar en Milledgeville, un pequeño pueblecito de Georgia, donde intentó visitar la granja en la que había vivido una de las figuras literarias que más admiraba: Flannery O'Connor, una escritora sureña de literatura gótica.

Aquella granja de Flannery O'Connor se llamaba Andalusia.

John Kennedy Toole no pudo visitar la granja, porque no estaba abierta al público, así que cogió otra vez su coche, siguió conduciendo hasta Mississippi y allí, en otro pequeño pueblecillo, Biloxi, conectó una manguera al tubo de escape del coche, la introdujo por la ventanilla y se quitó así la vida.


Rajoy en sus ocho primeros años al frente del PP, mientras estaba en la oposición, fue manifiestamente mejorable. Pero no todas las primeras obras de los grandes genios son geniales, y todos esperábamos, cuando ganó las elecciones del pasado mes de noviembre, que Rajoy fuera mejor presidente que jefe de la oposición.

Rajoy se embarcó, como John Kennedy Toole, en la composición de un guión que constituye una auténtica conjura de los necios, en la que cada ministro dice lo que le da la gana, en la que cada medida parece más improvisada que la anterior y en la que cada esperpento queda enseguida tapado por un esperpento aún más llamativo.

Rajoy ha sido atacado de locura degenerativa, y parece empeñado en apalear cada vez más a los votantes que lo han llevado a La Moncloa, al mismo tiempo que mima a los que jamás lo votarán: subiendo el IRPF a la clase media mientras mantiene las subvenciones a los sindicatos y al mundo del cine; implantando medidas de copago para los jubilados mientras indulta a nacionalistas corruptos y a evasores fiscales; dejando intactas las leyes de Zapatero más polémicas mientras promete a Esquerra Republicana sacar más papeles del Archivo de Salamanca...

Como John Kennedy Toole, Rajoy parece aquejado de una misantropía creciente, que le lleva a evitar dirigirse a los ciudadanos, que le mueve a eludir las ruedas de prensa y que hace que huya despavorido de los periodistas que intentan preguntarle...

Como John Kennedy Toole, Rajoy pareció fiar todo su futuro a un peregrinaje sin sentido por las tierras sureñas, tan sólo para cosechar un sonoro fracaso en su visita a la granja electoral de Andalucía.

Rajoy parece empeñado en suicidarse:
La Última Ocurrencia 
ha sido el anuncio efectuado por el 
Ministro de Interior de un plan integral 
para la re-inserción de presos etarras.

Rajoy no ha tenido tiempo de derogar:
 la Ley del Aborto, 
ni la de Educación para la Ciudadanía, 
ni de poner fin a la clamorosa aberración 
de la Idología de Género,
ni de obligar a Artur Mas a cumplir las sentencias
 que garantizan el derecho a la enseñanza en castellano, 
ni de sacar de los cajones de la Policía datos verdaderos 
sobre la autoría del 11-M o sobre el caso Faisán,
 ni de quitarle a la izquierda el control 
de los medios de comunicación públicos...

El Gobierno no ha encontrado tiempo en cuatro meses para hacer ningún gesto a sus propios electores, ni para deshacer ninguna de las barbaridades que hizo Zapatero, porque - según nos decían - el Gobierno está muy concentrado en intentar resolver la crisis económica.

¡Pero resulta que para hacer planes integrales de reinserción de etarras, con el fin de trasladarlos a una cárcel de lujo como paso previo a su excarcelación, sí que han tenido tiempo el señor Rajoy y su gobierno!

Así que después de apalear a sus votantes, el señor Rajoy la emprende ahora con las víctimas del terrorismo, que es ya lo último que le faltaba. Muchas víctimas de ETA han calificado públicamente el plan del Gobierno de traición, aunque eso sí: el PSOE, el PNV y CIU están muy contentos con el anuncio efectuado por el ministro de Interior. ¡Hasta el diario Gara, en su editorial de ayer, interpretaba ese anuncio del Gobierno como la demostración de que el pueblo vasco había obligado a Rajoy a renunciar a su inmovilismo en materia penitenciaria!

¿Y qué hacemos ahora, señor Rajoy? Ya ha conseguido usted que Gara esté exultante y las víctimas del terrorismo indignadas. ¿Cuál va a ser su siguiente paso?

Si se quiere usted suicidar políticamente, hágalo, pero al menos podría tener la delicadeza de hacerlo de manera rápida: lárguese a su casa si las hipotecas que ha tenido que aceptar para llegar a La Moncloa no le dejan gobernar como su electorado espera.

Pero ahórrenos el espectáculo de ver cómo pisotea usted a sus votantes, cómo defrauda usted a las víctimas del terrorismo y cómo enfanga usted en la negociación con ETA a un Partido Popular que ha sido siempre referencia moral para muchos españoles.

Ni las víctimas, ni los electores, ni muchos militantes del Partido Popular se merecen lo que usted les está haciendo.

Ni siquiera usted se merece lo que se está haciendo a usted mismo. Porque John Kennedy Toole contó al menos con una madre dispuesta a reivindicar su obra después de la muerte de su hijo. Pero a usted, cuando termine de suicidarse políticamente, lo único que querremos todos, al igual que a Zapatero, es olvidarlo lo antes posible.
Comentarios (5)
1 belga197, día 28 de Abril de 2012 a las 12:12
La vía Nanclares no arranca de Atocha. Es ponerle un nombre diferente a lo que se ha venido haciendo desde siempre. Desde que existe la democracia, existe la negociación con los terroristas. Primero fue UCD, luego el PSOE, luego el PP, vuelta el PSOE y ahora vuelve el PP. De lo que se deduce que la negociación es una cuestión de Estado, algo por otra parte bastante obvio.

En ese contexto las "vías Nanclares" siempre han existido con uno u otro nombre. Sobre todo a partir de la llamada "política de dispersión de presos", que no es otra cosa que una forma de presión y un quid pro cuo, una baza a jugar en las mesas. Porque estas negociaciones son como una partida de stripoker, en la que cada parte de va despojando de prendas intentando no quedar en cueros delante del rival. Por eso cada uno se enfunda en la mayor cantidad de coplementos para evitar el prescindir de la ropa interior y quedar con las vergüenzas al aire.

Y eso es todo. No llamemos amor a lo que no es más que sexo y no nos confundiremos. Hasta Mayor Oreja era mucho más "humanitario" en el 96 cuando les "tocaba" negociar a ellos.

¿Alguien se cree que van a dejar "versos sueltos" en el Gobierno pudiendo imponer a quien quieran?

¿A quién se pretende engañar?¿Cómo nos podemos haber tragado tantos años que el gobierno del 96, "secuestrado" por nacionalistas vascos y catalanes, en el que el Rey imponía en el último minuto al ministro de Defensa, se permitía el lujo de nombrar a un ministro del Interior antinacionalista?

Tenemos los que nos merecemos. Ni más, ni menos.

En todo el mundo conocido, la política de Estado se fragua en los despachos, no en la calle. Da igual quién este: PSOE, PP, UPyD, IU o el susum cordam. Y consiste en que la calle acepte como "cosa juzgada" (irreversible) lo ya decidido.
2 jose32, día 28 de Abril de 2012 a las 12:12
Para esto no necesitamos gobierno nacional, basta una máquina de fax en las oficinas del BOE conectada a Berlín, Bilbao, Barcelona, la Banca, el sur de Francia y la Zarzuela, y un funcionario que copie los párrafos de los mensajes que vayan llegando.
3 belga197, día 28 de Abril de 2012 a las 12:12
La vía Nanclares no arranca de Atocha. Es ponerle un nombre diferente a lo que se ha venido haciendo desde siempre. Desde que existe la democracia, existe la negociación con los terroristas. Primero fue UCD, luego el PSOE, luego el PP, vuelta el PSOE y ahora vuelve el PP. De lo que se deduce que la negociación es una cuestión de Estado, algo por otra parte bastante obvio.

En ese contexto las "vías Nanclares" siempre han existido con uno u otro nombre. Sobre todo a partir de la llamada "política de dispersión de presos", que no es otra cosa que una forma de presión y un quid pro cuo, una baza a jugar en las mesas. Porque estas negociaciones son como una partida de stripoker, en la que cada parte de va despojando de prendas intentando no quedar en cueros delante del rival. Por eso cada uno se enfunda en la mayor cantidad de coplementos para evitar el prescindir de la ropa interior y quedar con las vergüenzas al aire.

Y eso es todo. No llamemos amor a lo que no es más que sexo y no nos confundiremos. Hasta Mayor Oreja era mucho más "humanitario" en el 96 cuando les "tocaba" negociar a ellos.

¿Alguien se cree que van a dejar "versos sueltos" en el Gobierno pudiendo imponer a quien quieran?

¿A quién se pretende engañar?¿Cómo nos podemos haber tragado tantos años que el gobierno del 96, "secuestrado" por nacionalistas vascos y catalanes, en el que el Rey imponía en el último minuto al ministro de Defensa, se permitía el lujo de nombrar a un ministro del Interior antinacionalista?

Tenemos los que nos merecemos. Ni más, ni menos.

En todo el mundo conocido, la política de Estado se fragua en los despachos, no en la calle. Da igual quién este: PSOE, PP, UPyD, IU o el susum cordam. Y consiste en que la calle acepte como "cosa juzgada" (irreversible) lo ya decidido.

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