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jueves, 1 de noviembre de 2012

HALLOWEEN: Respuesta a las costumbres Neo-Paganas (645)

Blogueros con el Papa
Yvette Camou
(31/10/12)

“No destruyan los templos paganos, más bien hay que rociarlos con agua bendita, colocar altares sobre ellos y reliquias. En los lugares donde se solía ofrecer sacrificios a sus ídolos diabólicos, que se celebren festivales Cristianos, de otra forma o costumbre y en la misma fecha. Por ejemplo: En la Fiesta de los Santos Mártires, que los fieles hagan coronas y parrados con ramas para celebrar fiestas de caridad. Al permitir que los conversos experimenten estos placeres externos, la alegría del alma será más fácil de transmitir. No podemos eliminar todo lo pagano de estas almas salvajes de una sola vez. El hombre no puede escalar la montaña a grandes pasos, sino más bien tomando pasos lentos y firmes” (Papa San Gregorio Magno, Carta a Mileto, 60).

Con estas sabias palabras, el Papa Gregorio Magno aconsejaba a los misioneros que envió a Inglaterra, durante el siglo VII, entre ellos a San Agustín de Canterbury. Estas palabras bien pudieran aplicarse hoy en día en el contexto de nuestra cultura neopagana. No es extraño encontrar en nuestro entorno Católicos celebrando Halloween, hasta en colegios católicos. No hablemos de los orígenes de Halloween porque hay varias hipótesis, lo que nos debe llamar la atención es porqué hay tanta gente dispuesta a exponerse a un culto pagano, vistiéndose con máscaras horribles, promoviendo la cultura de la muerte y exponiendo a sus hijos y seres queridos a envenenamiento, pedofilia, actos de vandalismo, drogas y satanismo.

Aún en Estados Unidos, ya hay advertencias que no proceden de organizaciones religiosas. Hay tiendas que ponen letreros indicando que ya no quieren que entre gente disfrazada. Las franquicias de McDonald´s han adquirido unas máquinas tipo scanner para revisar los dulces que les dan a los niños. Mediante este servicio, han detectado navajas, vidrios, droga, agujas, ácidos y hasta pesticidas en los dulces. Una de estas franquicias ubicada en el Sur de Arizona recogió más de 1200 libras de dulces contaminados.

Además de este tipo de advertencia sobre los dulces, han surgido otras que ya aparecen en los reportes policiacos: la desaparición de niños y jóvenes que son secuestrados por sectas satánicas y por toda una variedad de pedófilos que se disfrazan y aprovechan Halloween, haciendo de los propios niños sus víctimas de ‘Trick or Treat’.

¿Qué podemos hacer para evangelizar a las familias que parecen hacer caso omiso aún de las advertencias y reportes policiacos, además de ofender a Dios? El demonio parece haber tenido mucho éxito en convencernos de que la diversión requiere del pecado. No tiene porque ser así, más bien lo contrario. Lo mejor está con los santos, que llenan nuestras mentes y corazones con una gran alegría que abunda aún en quienes los rodean. Basta revisar las biografías de los santos y sus escritos, para darnos cuenta que su legado es una alegría y dulzura que inunda los corazones, aún a través de lo siglos.

El demonio se ha penetrado la conciencia de una sociedad contemporánea cuyo relativismo moral le brinda una hospitalidad que ni siquiera ha pedido, simplemente irrumpe porque se ha quebrantado la Comunión. Es el mismo demonio que sedujo a Adán y a Eva, sólo que no está disfrazado de serpiente. Ahora pide a sus seguidores que se disfracen ellos y le rindan culto, aunque sus seguidores sean Cristianos y juren que aman a Dios. El demonio es el padre de la mentira y la primera mentira es asegurarnos que no existe, que no hay nada malo. ¿Estamos dispuestos a creerle si la evidencia demuestra lo contrario?

Preparémonos y organicémonos para decirle NO al demonio. No debemos tenerle miedo, ya que Cristo nos ha redimido, pagando el precio de nuestra redención con su sangre y Nuestro Señor venció la muerte y el pecado con la Resurrección. No debemos dejarle el camino libre al demonio, más bien, hagamos efectivo nuestro Bautismo.

Muchos Católicos por ignorancia y porque no perseveran en su fe son presa fácil. Es importante que evangelicemos con eficacia. Es muy importante que consideremos la relación que tenemos con las personas. Se pueden dar estas situaciones:

Familias o parejas que celebren Halloween, pero sin relación con sacrificios o rituales que alaben al demonio. En este caso, valiéndonos de la confianza que les tenemos, podemos acercarnos y explicarles lo que significa y porqué no deben hacerlo, explicándoles y hablándoles de corazón para que acepten esta enseñanza. No olvidemos las palabras de San Juan Bosco: “La Educación es cosa del corazón”.

Si no conoces bien a esas personas, pero tienen alguna relación contigo a través de tus hijos, hermanos, primos, etc., cuida de los menores de tu familia que tengan relación con ellos, puedes acercarte a ellos, presentarte o que te presente un amigo (a) mutuo y le puedes manifestar respetuosamente que no deseas que tu familia participe, por tu fe. No les hagas críticas negativas ni uses lenguaje condenatorio o insultos para ellos. Con una actitud hostil e irrespetuosa estarías creando la impresión de que en la Fe Católica no hay lugar para la diversión. Hay que despedirnos con cortesía de esas personas y ponernos a sus órdenes, con alguna tarjeta de presentación, a través del colegio de los hijos (si es que los suyos asisten al mismo), retirándonos con amabilidad. El testimonio vale más que las palabras. Encomendémoles en oración y Dios nos brindará una oportunidad de acercarlos a su viña.

La cultura ha creado momentum en los niños y a los niños les gusta Halloween, pero no olvidemos que los niños tienen un corazón abierto. Podemos enseñarles otras tradiciones, haciéndolos partícipes de una Fiesta con sentido Cristiano. Por ejemplo: Organizar una fiesta en honor a María, al cierre del mes del Santo Rosario y siendo la Víspera del Día de Todos los Santos, que vengan disfrazados de santitos y angelitos. Se pueden crear incentivos con esos disfraces, que aprendan algo sobre el santo que representan, un convivio para ellos, con dulces y pastelitos. Sus maestros, sus catequistas o sus mismos padres asegurarían que esa fiesta fuera sana y prevaleciera la alegría de los santos.

Coloca un letrero a la entrada de tu casa que diga ‘No aceptamos Halloween’, de tal manera que la costumbre vaya perdiendo terreno.

Todas situaciones nos conducen a asegurar el principio espiritual que nos proponía el Papa Gregorio Magno. Mientras la Iglesia expande su acción misionera a otras tierras, el misionero siempre busca una interacción con la cultura de esos pueblos que le permita ubicar la verdad y la belleza de esas tradiciones paganas en un contexto Cristiano, de tal manera que esos pueblos sean evangelizados y acepten los frutos de la fe, sintiéndose acogidos en la gran Familia de la Iglesia. Cuando los misioneros son perseguidos, como sucede en los países donde no hay libertad religiosa, entonces la evangelización enfrenta obstáculos mayores.

Lo que inició como una fiesta de Año Nuevo en una cultura pagana entre los celtas, se ha vuelto una fiesta secular donde no hay Año Nuevo que celebrar. Al no haber almas, ni santos que celebrar, se ha eliminado también la dignidad de nuestro destino como hijos de Dios y se ha reducido a una celebración de superstición medieval con relación a los muertos. No enviemos a los niños y jóvenes a celebrar una fiesta que se ha convertido en el equivalente del cumpleaños del demonio, cuando esa fiesta corresponde a los santos.

Hasta el siglo IX, la Iglesia celebraba el Día de Todos los Santos el 13 de Mayo, durante la temporada de Pascua. Recordemos que los santos y los mártires viven la Pascua del Señor en su plenitud. El Año 835 fue cambiado al 1 de Noviembre para cristianizar los tiempos paganos y traer luz a la oscuridad de la muerte, que es una esperanza para los Cristianos.

Los santos y los mártires nos ofrecen un testimonio que podemos adecuar a nuestra cultura. Así como cada año se reúnen las víctimas y los familiares de los que perdieron la vida aquel fatídico 11 de Septiembre del 2001, en los ataques terroristas a las torres gemelas en Nueva York, para recordar a sus seres queridos, incluyendo memoria en detalle de los sucedido aquel día, también nosotros nos reunimos en torno a la Eucaristía para recordar a nuestros hermanos mayores en la Fe, los santos y los mártires. Su muerte fue una victoria, no fue una derrota, es por eso que no hay duelo sino celebración.

Podemos redimir Halloween con una Vigilia de dos fiestas, o mejor dicho tres, si consideramos el cierre del mes del Rosario, unido al Día de Todos los Santos y al de los Fieles Difuntos. Podemos mantener la celebración íntegra de estos dos últimos, aprovechando su riqueza litúrgica, pero esa Vigilia, a manera de fiesta comunitaria, nos permitiría evangelizar y desterrar este neopaganismo que se ha interpuesto en nuestras celebraciones. No es la única celebración neopagana que se cruza en nuestro camino. También tenemos los carnavales justo en martes, antes del Miércoles de Ceniza y Mardi Grass, un popular carnaval típico de Nueva Orleans, donde también desfilan máscaras diabólicas, manifestándose topo tipo de degradación moral: embriaguez, drogadicción, homosexuales, nudismo, fetichismo, etc.

En Halloween, debemos discernir el compromiso que realizaron en nuestro bautismo nuestros padres y padrinos y que muchos ya lo hemos hecho a nombre de otros: Mantenernos alejados de las tentaciones del demonio. Esta temporada, la televisión nos satura con muchos programas donde se exalta la brujería, ocultismo y los signos satánicos. Se nos asegura que es diversión, pero no lo es. Recordemos la advertencia en 1 Tm 4,1: “….algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas”. La conexión entre ´Trick or Treat´ y el perdón urge ser reclamada. Mientras esperemos que alguna catequista o evangelizador creativo nos presente un formato que enseñe a los niños correctamente este valor, ejerzamos prudencia. Hay quienes no van a dar dulces a los que piden y si reciben algún truco que rebase el nivel de tolerancia, van a llamar a la policía. Hay que sustituir esos anti-valores que implican invadir la morada de otra familia, causar daños y encubrir el acto con un disfraz. Podemos transformarlos en las virtudes y valores cristianas que debemos promover en nuestra comunidad: Perdón, misericordia, caridad, santificación de nuestras fiestas, humildad y otros más.

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