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miércoles, 13 de marzo de 2013

ADÁN en el Génesis, relato de un PADRE, inspirador de La Iliada de Homero y Las Metamorfosis de Ovidio (780)


InfoCatólica
Blog "La Esfera y la Cruz"
Pato Acevedo  
(29.06.10)

De la lista de libros que el cristianismo sostiene como inspirados por Dios e inerrantes, sin dudas que el Génesis es el que introduce mayor tensión entre el cristiano y el mundo moderno, lo que, a fin de cuentas, es esperable, pues precisamente ahí encontramos la respuesta de nuestra religión a la pregunta “¿Qué es el hombre?", respuesta que ha llegado a ser inaceptable para la modernidad, por diversos motivos.

En tal contexto, naturalmente los teólogos serán los encargados de abordar estos conflictos, y es legítimo que lo hagan, pero siempre teniendo en vista que el objetivo es explicar la fe a una comunidad que no la entiende, tal vez haciendo uso de las categorías que resulten familiares a sus oyentes, pero nunca rendir las verdades recibidas a las convenciones de otros.

Ahora bien, ¿Podría alguien explicarme de qué modo negar la existencia histórica de Adán y Eva “resuelve” esta tensión? Aún si no tuviéramos la explícita condena al poligenismo de Pío XII en 1950 mediante la encíclica Humani Generis, basta la lógica para darse cuenta de los problemas insalvables que produciría esta posición.

De partida, la afirmación “los hombres son hermanos” deviene en falsa, y renace el racismo con toda su fuerza lógica, que la tiene, y su secuela de sufrimiento que conoció el S. XX. De similar modo, toda la ética fundada en la igualdad de todos los hombres y su dignidad intrínseca, objetiva y anterior al Estado, va de golpe al tacho de la basura, pues puedo explotar a un animal para mi beneficio, igualmente puedo explotar a un ser humano, si su relación conmigo, en ambos casos, es básicamente la misma.

Por otro lado, como la realidad histórica de Adán y Eva se encuentra inevitablemente unida a la del pecado original, negar a nuestros primeros padres lleva un problema de incoherencia lógica entre la enfermedad, provocada por la caída, y su cura, que es la redención operada por NSJC mediante el sacrificio de la cruz.

Parafraseando a San Pablo, si Cristo no resucitó realmente, ni fue crucificado, los cristianos somos los más lamentables de los hombres. Pero si Cristo operó la redención en la historia, necesariamente aquello de lo que debíamos ser redimidos tenía que tener una dimensión histórica. De lo contrario nos quedamos con un defecto simbólico, que fue reparado mediante un sacrificio real. Absurdo.

Finalmente, es útil comparar esta hipótesis con la herejía de Pelagio, que proponía que el pecado de Adán lo perjudicó sólo a él y no a la humanidad, y que los no bautizados se encuentran en iguales condiciones que Adán respecto a la gracia. Ahora bien, si herético negar los efectos “expansivos” del pecado original y sostener que sólo los tuvo limitados a su autor ¡Con mayor razón será inaceptable sostener que no tuvo ningún efecto, porque no ocurrió!

Concedamos un punto: la existencia de Adán y el pecado original no es un punto de debate con los escépticos. Al igual que muchas otras verdades de la fe, como la trinidad y la eucaristía, sólo podemos afirmar la realidad del pecado original una vez nos hemos convertido en cristianos. Pero en tal caso la labor del teólogo será explicar cómo no existe contradicción lógica entre la verdad revelada y la realidad, y no negar aspectos fundamentales de la fe para hacerla más aceptable a una audiencia moderna.

Una palabra sobre esa “audiencia moderna". Hace tiempo que algunos hermanos cristianos insisten en roponer hipótesis que resultan escandalosas para la mayoría -como negar la existencia histórica de Adán, o cuestionar la de NSJC-, justificándose en que debemos salir al encuentro de los que no creen, y llevarles el mensaje evangélico donde ellos se encuentren; si estamos ante una audiencia moderna, podemos y debemos expresarnos en el lenguaje de la modernidad.

Sin entrar a responder en el fondo (lo que yo haría con un clásico “Lo que dices es verdad, pero hasta qué punto…"), déjenme preguntar: Ya llevamos en esta estrategia… cuánto ¿100 años? pongamos la marca en la encíclica Pascendi de 1907, y entonces, en estos 103 años ¿Cuántos y cuáles han sido los éxitos reales de este enfoque? ¿Hay algún intelectual ateo que se haría cristiano si el pelagianismo fuera una opinión aceptable? ¿Se han hecho más respetables las exigencias morales cristianas en el ámbito académico?

Me parece que no, y en tal caso tenemos que cuestionar la validez del enfoque que sostiene la labor de muchos teólogos hoy en día. Hay quienes gustan de hablar de la distancia que hoy existe entre el pueblo cristiano y sus pastores, pero creo que esa es menor con la que hay entre ese mismo pueblo y sus teólogos.

(27.02.13)

Lo que hace tan difícil de interpretar los relatos bíblicos como El Génesis es que se ven a través de la visión del creyente. Para los que ya no lo somos, éste pierde todo sentido de trascendencia y se convierte sólo en mitología. La misma mitología y los mismos dioses (aunque con diferentes nombres ) que en las demás culturas

Coincidentemente, hace poco terminé de leer el Génesis de corrido (cosa que nunca había hecho), yprecisamente lo que más me impresionó es que, sobre todo a partir de la historia de Abraham, no tiene ningún parecido con los textos mitológicos de la antigüedad.Si bien la mayoría conocemos los mitos de la antigüedad, al menos en sus tramas esenciales, no son muchos los que han tomado contacto directo con los versos originales, y eso puede llevar a pensar que están vinculados de alguna forma. Pero eso es un error. Revisen por ejemplo el inicio de La Iliada:

Canta, oh musa, la cólera del pelida Aquiles;
cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos
y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes,
a quienes hizo presa de perros y pasto de aves;
cumplíase la voluntad de Zeus desde que se separaron
disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles


O el inicio del mito de Deucalión y Pirra, tomado de Las Metamorfosis de Ovidio:

Separa la Fócide los aonios de los eteos campos,
tierra feraz mientras tierra fue, pero en el tiempo aquel
parte del mar y ancha llanura de súbitas aguas.
Un monte allí busca arduo los astros con sus dos vértices,
por nombre el Parnaso, y superan sus cumbres las nubes.
Aquí cuando Deucalión -pues lo demás lo había cubierto la superficie-
con la consorte de su lecho, en una pequeña balsa llevado, se aferró,
a las corícidas ninfas y a los númenes del monte oran
y a la fatídica Temis, que entonces esos oráculos tenía: 
no que él mejor ninguno, ni más amante de lo justo, 
hombre hubo, o que ella más temerosa ninguna de los dioses

Son textos grandilocuentes, que abundan en grandeza, asombro y admiración hacia los grandes héroes de la antigüedad que el oyente (que no lector, pues estos poemas se cantaban) debía reverenciar e imitar.

En cambio, al leer el Génesis “de corrido", la impresión general es exactamente la opuesta. Más bien parece una crónica familiar, como si se nos contara: Cuando el abuelo Abraham llegó del norte, conoció a la abuela Sara en un pozo, pero su padre no quería que se casaran […] y cuando el tío Oscar bajó a comprar ovejas, le mintió al vendedor y le entregó fichas en vez de monedas. Salta a la vista que ahí donde los textos mitológicos parecen formar un canto a los astros y las nubes, y héroes divinos y poderosos, el Génesis nos habla de personas reales, con sus gustos personales, envidias y bajezas. Sobre todo se destaca que no hay intentos de ensalzar a los personajes, de presentarlos como especialmente poderosos o de idealizarlos moralmente.

Tal vez nuestra visitante, al hablar del Génesis en general, se refería a los primeros capítulos, hasta el diluvio universal, que efectivamente trata de grandes eventos cósmicos. Pero incluso el famoso relato de La Creación que se nos presente en la Escritura, parece una crónica periodística si la comparamos con el texto paralelo de Las Metamorfosis:



Antes del mar y de las tierras y, el que lo cubre todo, el cielo,




uno solo era de la naturaleza el rostro en todo el orbe,



al que dijeron Caos, ruda y desordenada mole


y no otra cosa sino peso inerte, y, acumuladas en él,


unas discordes simientes de cosas no bien unidas.





Ningún Titán todavía al mundo ofrecía luces,





ni nuevos, en creciendo, reiteraba sus cuernos Febe, 



ni en su circunfuso aire estaba suspendida la tierra, 



por los pesos equilibrada suyos, ni sus brazos por el largo 



margen de las tierras había extendido Anfitrite, 



y por donde había tierra, allí también ponto y aire: 



así, era inestable la tierra, innadable la onda, 



de luz carente el aire: ninguno su forma mantenía, 



y estorbaba a los otros cada uno, porque en un cuerpo solo 



lo frío pugnaba con lo caliente, lo humedecido con lo seco, 



lo mullido con lo duro, lo sin peso con lo que tenía peso


Si queremos encontrar un pasaje análogo a todo este párrafo en la Biblia, necesariamente tendríamos que ir a Gn 1,2 que dice:


"Y la tierra estaba desordenada y vacía, 
y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, 
y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas"

Lo dicho, un ejemplo de objetividad y sobriedad.

Muchos se han preguntado ¿Por qué no más objetividad? ¿Por qué no poner “hace 13,5 mil millones de años toda la energía y materia del universo estaba concentrada en un punto infinitamente pequeño, que se expandió a gran velocidad” etc, etc.? Yo creo que la respuesta a esa pregunta nos la entrega NSJC, cuando nos enseña que Dios, antes que ser creador y omnipotente, es nuestro Padre, y el Génesis relata la creación del mundo, como lo haría un padre a un hijo.

Si me encuentro una hoja en la calle que dice “Esta casa se construyó en 6 meses, usando 5000 sacos de cemento, 2000 varas de acero de 15mm, 300 vigas de arce de 5 pulgadas, 42 cajas de baldosas código SY498. Comenzamos cavando los cimientos a 3 metros por 4 semanas, esperando contar con un sótano de 30 metros cuadrados…", yo diría que estoy leyendo una comunicación entre un propietario y sus obreros, o un jefe de obra y su patrón, y tal vez lo deje a un lado, por si a alguien le interesa

Pero si dice “Construí esta casa con un cuarto para ti, donde puedas descansar cada día, y con grandes ventanas, para que la luz del sol te acompañe en el día y puedas ver las estrellas de noche, y la adorné con árboles que dan flores en primavera y frutos en verano…", diría que lo que tengo en mis manos es una carta de un padre a su hijo, sin dudas personas que me interesaría conocer.

El relato de la creación se lee así, como el mensaje amoroso de un padre a sus hijos, que en palabras sencillas refiere el cuidado y amor puesto en cada una de sus obras, y el lugar que nosotros tenemos en esa creación. No necesitamos tanto saber cuál fue el primer elemento que apareció luego del big bang o qué provocó un desequilibrio entre materia y antimateria, pero siempre tenemos que conocer que Dios nos ama, y el Génesis expresa precisamente eso, de una forma no sólo maravillosa, sino divina.