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martes, 11 de abril de 2023

Fundadores de España: Linajes de León-Nobleza de Castilla: GUZMÁN: Dinastía Trastamara, Ducado de Medina Sidonia. QUIÑONES: Condados de Luna y Valencia de don Juan. LORENZANA: Marquesado de Lorenzana. CASTRO: Condado de Lemos. OSORIO: Marquesado de Astorga y Condado de Trastamara. ÁLVAREZ de TOLEDO: Ducado de Alba de Tormes. PIMENTEL: Marquesado de Villafranca del Bierzo, Condado de Olivares y Ducado de Benavente



DIOS-Patria-Familia
(Hoy: 2º Domingo de Adviento)
Fundadores de España
Linajes de León-Nobleza de Castilla
1. GUZMÁN: Dinastía Trastámara, Ducado de Medina Sidonia
2. QUIÑONES: Condados de Luna y Valencia de don Juan
 3. LORENZANA: Marquesado de Lorenzana
4. CASTRO: Condado de Monforte de Lemos
5. OSORIO: Marquesado de Astorga y Condado de Trastamara
6. ÁLVAREZ de TOLEDO: Ducado de Alba de Tormes
7. PIMENTEL: Marquesado de Villafranca del Bierzo
Condado de Olivares y Ducado de Benavente
1. Guzmán
11. Alonso Pérez de Guzmán "el Bueno"
Señor de Sanlúcar de Barrameda (1297)
Origen del Ducado de Medina Sidonia (1445)
Guzmán el Bueno-Sitio de Tarifa (1294)
Guzmán "el Bueno" (León 1256-Gaucín 1309): Tras las incursiones norteafricanas en la Baja Andalucía de 1275, medió en la tregua establecida entre el sultán Yusuf y Alfonso X el Sabio. A finales de 1281, intervino en el pacto entre Yusuf y Alfonso X, en virtud del cual el sultán meriní ayudaría al monarca castellano frente al rebelado infante don Sancho. En 1282, el rey Sabio premió los servicios de Guzmán con la villa de Alcalá Sidonia, hoy Alcalá de los Gazules.
Con el acceso al trono de Sancho IV, Guzmán marchó de nuevo al sultanato meriní de Fez, haciendo una gran fortuna con la que ampliaría sus propiedades. 
En 1294, Sancho IV recurrió a Guzmán para la defensa de Tarifa, plaza amenazada por el infante don Juan, hermano del monarca, con la ayuda de meriníes y nazaritas. Allí ocurrió la célebre defensa heroica de Tarifa, con la muerte del inocente hijo menor de Guzmán, convertida en leyenda. Tras la gesta de Tarifa, Sancho IV le prometió verbalmente el Señorío de Sanlúcar en cuyo término se incluían los lugares y poblados de Sanlúcar de Barrameda, Rota, Chipiona y Trebujena. Sin embargo, fue su hijo Fernando IV quien hizo efectiva dicha merced en 1297. Con el tiempo, Sanlúcar se convertiría en el principal solar de la casa. Asimismo recibió el Señorío de Marchena y una retención sobre las rentas de Medina Sidonia.
A la muerte de Guzmán "el Bueno", luchando en la frontera del Reino de Granada, las dimensiones de sus señoríos y propiedades en el alfoz sevillano del Aljarafe, el área fronteriza onubense, el Bajo Guadalquivir y el área del Guadalete, convirtieron a la Casa de Guzmán en el linaje más importante de la alta nobleza en Andalucía durante la Baja Edad Media.
12. Leonor de Guzmán y Ponce de León
Madre de Enrique II  de León y Castilla, fundador de la dinastía Trastámara (Reyes Católicos Isabel y Fernando), que mató a su hermanastro Pedro I el Cruel en los campos de Montiel (1369) con ayuda de Bertrand Duglesclin. Alfonso XI reconstruyó las murallas de León con apoyo de canónigos y regidores. En el siglo XIV, fueron célebres los regidores de León Juan Ramírez de Guzmán, Pedro Núñez de Guzmán y Pedro Álvarez de Osorio.
Palacio de los Guzmanes-Pza. S. Marcelo-León
Trastámaras, Austrias, Borbones y casas nobiliarias como Alba, Medinaceli y Nájera, proceden del fértil ramaje surgido de Leonor de Guzmán, una singular mujer entregada a los brazos del vencedor de El Salado y conquistador de Algeciras. “Era fermosa la más bien dispuesta mujer que avia en el rreyno”, dicen los cronistas, que así justifican el amor loco que por ella tuvo durante veinte años, hasta su muerte, uno de los más preclaros reyes de la reconquista; que viviera con ella públicamente en León y la encumbrase a lo más alto del reino; que diese, en fin, a su larga estirpe bastarda igual tratamiento que a su legítimo heredero, Pedro I el Cruel, hijo de su matrimonio con María de Portugal.
Era Leonor de Guzmán y Ponce de León, una dama con un lejano parentesco real y con destacados personajes leoneses en su árbol genealógico, como Guzmán el Bueno o Santo Domingo de Guzmán. Su padres fueron Pedro Núñez de Guzmán y Girón y Juana Ponce de León. José Juan del Solar Ordóñez, autor de una biografía sobre Leonor de Guzmán, traza el perfil de aquella bellísima mujer, que fue víctima de los celos de María de Portugal, esposa de Alfonso XI, y explica cómo María ordenó su asesinato en Talavera de la Reina, en venganza por los veinte años que había convivido con su esposo.
La Casa de Tratamara es una rama menor de la Casa de Borgoña, toma su nombre del Condado de Trastámara (Tras Tamaris: más allá del río Tambre) en el noroeste de Galicia, título que ostentaba  Enrique II antes de acceder al trono.
El título de "Conde de Trastámara" aparece en el siglo XI, como un dominio feudal en el norte de Galicia, vasallo del rey de León  y asociado originalmente al linaje de los Traba. Se trataba de uno de los feudos más importantes del reino, y de los que proporcionaban mayores rentas. Cuando se extingue la Casa de Traba y el título revierte en el rey de León que lo usó para premiar la fidelidad de algunos nobles a título vitalicio no hereditario. Es el caso de Álvar Núñez Osorio, mayordomo mayor de Alfonso XI.
Hacia 1340 el rey de Castilla Alfonso XI otorga el título de conde de Trastámara a su hijo bastardo Enrique

13. Juan Alonso Pérez de Guzmán
Primer Duque de Medina Sidonia (1445)
III Conde de Niebla.
Ducado de la familia Pérez de Guzmán hasta el año 1779. Lo heredó José Álvarez de Toledo y Gonzaga, XI Marqués de Villafranca del Bierzo.

2. Quiñones
Genealogía

Escudo Jaquelado
(8 gules+7 veros de azur y plata)
·Rodrigo Álvarez.
Fundador de la estirpe Quiñones.
Descendiente de Jimena, hermana de Alfonso V de León, casada con Diego Rodriguez de Asturias.
·Ares (Álvar) Pérez de Asturias.
Hijo de Rodrigo, se avecindó en León y arrebató a ciertos sobrinos los quiñones de tierras, que poseían en las riberas del Órbigo.
·Fernán Núñez de Quiñones.
Hijo de Álvaro Pérez. Alférez Mayor de Alfonso VIII de Castilla (siglo XIII).
·XXX (sin datos)
·Pedro Álvarez de Quiñones. 
Primer Merino Mayor de Asturias. Casado con Violante Ponce de León
·Suero Pérez de Quiñones.
Sucede a su padre Pedro (1351). II Merino Mayor de Asturias y Adelantado de León.
·Álvaro Pérez de Quiñones.
Hijo 2º de Pedro. Funda la rama Quiñones de Alcedo.
·Pedro Suárez de Quiñones.
Hijo de Suero. III Merino Mayor de las Asturias, Adelantado de León. Casado con María de Acuña. Primer Señor de Luna. Muere en 1402 sin hijos. Instituye heredero de su linaje y propiedades al hijo de su hermana Leonor: Diego Fernández de Vigil y Aller, con la condición de que él y sus sucesores, tomen sus armas y apellidos, Se transforma en:
·Diego Fernández de Quiñones. 
Primer Conde de Luna. IV Merino Mayor de Asturias.
·Pedro de Quiñones.
Hijo de Diego. II Conde de Luna.
·Suero de Quiñones.
El del "Paso Honroso" del Órbigo (Año Santo 1436), Hijo 2º de Diego.
·Leonor de Quiñones.
Hija de Diego
·Lope Rodríguez de Lorenzana.
Primer Señor de Riolago. Casado con María de Quiñones (1450)
·Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio.
Hijo de Lope. II Señor de Riolago.
·Velasco Pérez de Quiñones y Osorio.
Hijo de Suero. III Señor de Riolago. Origen del Marquesado de Alcedo
·Alonso Álvarez de Quiñones y Osorio.
Hijo 2º de Suero. Origen del Marquesado de Lorenzana
·XXX (sin datos).
·Álvaro de Quiñones y Lorenzana.
Primer Marqués de Lorenzana (siglo XVII).
·Ares (Álvaro) de Quiñones y Neira.
 II Marqués de Lorenzana
Sobrino del primer Marqués..
Fuentes:
-Luis Alonso Luengo. Don Suero de Quiñones. Biblioteca Nueva (1943)
-Mariano D. Berrueta. Guía del Caminante en León. Imprenta Provincial (1972)
21. Diego Fernández de Quiñones
Primer Conde de Luna y Órbigo (1462)
Palacio del Conde de Luna-León 
Merino Mayor de las Asturias (Juez delegado del Rey).
Casado con María Álvarez de Toledo. Dos hijos: Pedro y Suero.
Heredero del patrimonio y apellido de su tío Pedro Suárez de Quiñones.
Consejero del rey Enrique III el Doliente.
Amigo de Rodrigo Alonso de Pimentel, Conde de Benavente , de Álvaro Pérez de Osorio, del Marqués de Santillana,...
22. Don Suero de Quiñones
El del “Paso Honroso”
Hijo 2º de Diego Fernández de Quiñones, Conde de Luna.
Educado en la corte de Juan II de Castilla y León. 
Combatió al lado de su protector y amigo, el Condestable de Castilla Álvaro de Luna, en la sangrienta batalla de Higueruela (1431), donde treinta mil infieles granadinos quedaron sobre el campo.
Suero de Quiñones: Último Caballero Andante
Don Suero desafió a todos los caballeros, que peregrinaban a la tumba del apóstol Santiago, a rendir homenaje a su dama secreta o a romper lanzas bajo el puente del río Órbigo. Presidió el torneo don Fadrique, Almirante de Castilla: ciento treinta y seis caballeros entre españoles y extranjeros aceptaron el desafío entre en 12 de Julio y el 9 de Agosto de 1436 (Año Santo).
Murió en 1438 a los 47 años, a manos del señor de Villagarcía que quiso vengar una herida leve en el desafío del Órbigo. Está enterrado en el monasterio de San Francisco de León y no en el panteón de la familia Quiñones en la Real Colegiata de San Isidoro de León.
23. Leonor de Quiñones
Condesa de Valencia de don Juan
Castillo de Valencia de don Juan (Coyanza)
Hija de Diego Fernández de Quiñones (Primer Conde de Luna). Hermana de don Suero. el del “Paso Honroso”. Casada con Pedro de Acuña, hijo de Martín Vázquez de Acuña y Portugal (I Conde de Valencia de don Juan) y de la hija del infante Juan de Portugal. Juan de Portugal, Conde de Valencia de Campos, era hijo de Pedro I de Portugal el Justiciero, casado con Inés de Castro, que reinó después de morir (1365).
24. Santiago de Travesedo 
y Colón de Carvajal
XXVIII Conde de Valencia de Don Juan
Notario de Sevilla (+2013)

25. Lope Rodríguez de Lorenzana
Primer Señor de Riolago de Babia 
Casado con María de Quiñones (1450), prima de Suero de Quiñones, el del “Paso honroso”, y sobrina del Conde de Luna. Los sepulcros de sus descendientes están en León: Iglesia de Santa Ana, Catedral y Real Colegiata de San Isidoro. Antepasado del Marqués de Lorenzana y del Cardenal Lorenzana (Escudo: Dos leones sedentes y bordura de ocho eslabones).
Palacio Cardenal Lorenzana
Plaza Torres de Omaña-León
26. Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio
II Señor de Riolago de Babia
Hijo de Lope Rodriguez de Lorenzana
Origen Marquesados: Montevirgen, Villasinda y Villapadierna
Palacio Quiñones-Riolago de Babia-Siglo XVI
Escudos: Quiñones-Lorenzana-Osorio 
27. Velasco Pérez de Quiñones y Osorio
III Señor de Riolago
Hijo de Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio
Origen de los Marquesados de Alcedo y San Carlos
28. Alonso Álvarez de Quiñones y Osorio
Hijo de Suero de Quiñones Lorenzana y Osorio
Origen del Marquesado de Lorenzana
3. Lorenzana
El apellido Lorenzana tiene escudo heráldico o blasón español, certificado por el Cronista y Decano Rey de Armas Don Vicente de Cadenas y Vicent. Según consta en los archivos de la Real Chancillería de Valladolid, los Lorenzana hicieron probanza de su hidalguía en esta institución.
Bibliografía que recoge la historia y el escudo del apellido Lorenzana:
  1. Repertorio de Blasones de la Comunidad Hispánica, del Cronista y Decano Rey de Armas Don Vicente de Cadenas y Vicent.
  2. Linajes y Blasones de Galicia, del Padre Crespo.
  3. Nobiliario Español, de Julio de Atienza.
31. Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana
Primer Marqués de Lorenzana (1641)
Caballero de Santiago
Gobernador de Guatemala y Panamá
Casado con Francisca de Castro Neira. Hijo de Diego Pérez de Quiñones y Lorenzana, y Francisca Osorio. Nieto de Alfonso Álvarez de Quiñones y Lorenzana, y María Vázquez de Miranda. Nieto 2º de Suero Pérez de Quiñones y Lorenzana, y María Álvarez de Ravanal, señora de Riolago de Babia. Nieto 3º de Lope Rodríguez de Lorenzana (de la Rua de León), y María de Quiñones. Nieto 4º de Velasco Pérez de Alcedo, señor de Alcedo. Nieto 5º de Suero Pérez de Quiñones. Nieto 6º de Ares Pérez de Quiñones. Nieto 7º de Pedro Álvarez de Quiñones, Merino mayor de las Asturias y Señor de Luna, casado con Violante Ponce de León.
Fuentes:
-Antonio Valladares de Sotomayor. "Semanario erudito de Avisos" (Volumen XXXII-30/Abril/1641-Página 50): "S.M. ha creado Marqués de Lorenzana a Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, caballero de Santiago, señor del Valle de Riezo y Coladilla, Presidente de la Audiencia de Guatemala. Es descendiente de la casa de los Condes de Luna, incorporada hoy a la de Benavente, a la que perteneció Lope Rodriguez de Lorenzana, de la Rua de León, de cuya casa fué San Vicente, Abad de San Claudio y Primer Mártir benedictino en España (año 522). Casado con Francisca de Castro Neira. Su hijo Diego de Quiñones Neira es el II Marqués de Lorenzana.
-Luis Villar y Pascual. "Diccionario histórico, genealógico y heráldico de familias ilustres (1859)". Página 20: Álvaro de Quiñones Osorio y Lorenzana, casado con Francisca de Castro. Primer Marqués de Lorenzana, del Consejo real de Felipe IV, Contador mayor del Reino, Gobernador, Capitán general y Presidente de la real Audiencia de Felipe IV en las provincias de Panamá y Guatemala.
32. Ares de Quiñones y Neira
II Marqués de Lorenzana
Caballero de Santiago.
Hijo de Isabel de Quiñones y José de Neira
Palacio Marqués de Lorenzana
Quiñones-Neira-Lorenzana-Osorio
Palacio Marqués de Lorenzana-Siglo XVII
Calle Serranos nº 9-León
33. Bernardino Rebolledo Villamízar 
y Lorenzana
Conde del Sacro Imperio Romano-Germánico
Ministro de Guerra de Felipe IV (1662) 
Conde de Rebolledo
Bautizado en N. S. del Mercado (1597)
Nuestra Señora del Mercado-León (siglo XII)
En la batalla de Simancas (939), el rey Ramiro II recompensó a un leonés, que tuvo que defenderse con una rama de roble (rebollo), con escudo de armas: roble coronado de trece estrellas en orla (caudillos moros vencidos). Otro Rebolledo estuvo con Pedro I en los campos de Montiel (1369) contra el regicida Enrique de Trastamara.
Desde los 14 años sirvió contra el turco y los piratas berberiscos como alférez de infantería de marina en las galeras españolas de Nápoles y Sicilia. Participó en la toma de Mantua por los imperiales, herido de un arcabuzazo en el brazo derecho compone elegantes versos sobre las hazañas de los tercios españoles
Felipe IV le nombra (1630) gentilhombre de su hermano el cardenal Don Fernando. Representó a España en las negociaciones del emperador alemán con los protestantes siendo recompensado (1638) con el título de Conde del Sacro Romano Imperio. En 1640 asciende a Maestre de Campo del Tercio de la Infantería Española en el Palatinado. Capitán general de artillería en la frontera de Luxemburgo hasta la paz de Westfalia (1648) que pone fin a la guerra de los “Treinta años” entre Francia y el Imperio. Consejero militar de Federico III de Dinamarca en el sitio de Copenhague por Carlos X de Suecia. Ministro supremo de Guerra de Felipe IV (1662).
Fuente: Policarpo Mingote. “Varones ilustres de León”.
34. Mateo Jaraquemada 
y Guajardo-Fajardo 
XV Marqués de Lorenzana
(1907-1984)
Donó  el Palacio de Trujillo para sede de 
la Academia de las Artes y las Letras de Extremadura
Palacio Lorenzana-Trujillo
4. Castro
Pedro Álvarez de Osorio y Castro
Primer Conde de Monforte de Lemos (1456)
II Marqués de Astorga
III Conde de Tratamara
Hijo de Álvaro Pérez de Osorio. El condado de Lemos como título autónomo, hereditario y perpetuo comenzó en 1456 con Pedro Álvarez Osorio y Jacob-Figueroa. Tradicionalmente ha estado ligado a la familia Castro, según Manuel Murguía, una estirpe "casi real" y según Hermida Balado, el único linaje gallego que pudo haber dado lugar a una saga real, como descendientes del rey de Galicia, don García, muerto prisionero en el castillo de Luna en 1090.
Reciben en León (1493), el Almirante de Castilla y Francisco Fernández de Quiñones y Osorio (III Conde de Luna), la visita del rey Fernando el Católico, con motivo del traslado, desde Tánger a León, de los restos de San Marcelo, recuperados por el rey Alfonso de Portugal.
Osorio (2 lobos)-Castro (6 roeles)
Varios genealogistas modernos, especialmente el medievalista Jaime de Salazar y Acha, consideran que los Castro vienen de Fernando García de Hita, hijo del conde García Ordóñez y la infanta Mencía Garcés, hija legítima del rey García Sánchez III de Pamplona. El personaje más relevante de la saga es Pedro Fernández de Castro y Andrade, VII Conde de Lemos ("El gran Conde de Lemos"), junto a Fernán Ruiz de Castro "Toda la lealtad de España", sin olvidar a Pedro Antonio Fernández de Castro, Virrey del Perú muy recodado.
5. Osorio
51. Pedro Álvarez de Osorio
Primer Conde de Trastamara
52. Álvaro Pérez de Osorio
Primer Marqués de Astorga (1454)
II Conde de Trastamara
Capitán General de Galicia y Asturias
Casa solariega en Valderas (León). Hijo de Pedro. Casado con Leonor Enríquez (hija de Fadrique Enríquez, Almirante de Castilla, y de Teresa de Quiñones, cuñada del I Duque de Alba), naciendo de esa unión: Pedro Alvarez Osorio e Isabel Osorio, esposa de Bernardino de Quiñones, II Conde de Luna.
53. Pilar de Casanova y Barón
XXV Marquesa de Astorga
Hija de María Dolores de Barón y Osorio
Marquesado de Astorga
Escudo Osorio: 2 lobos pasantes
Boda de la Marquesa de Astorga
2013: Homenaje al Estandarte de la batalla de Clavijo 
Descendiente de Rafael de Casanova, héroe español del 11/S/1714 en la guerra de Sucesión a Carlos II (Fecha de la Díada separatista de Cataluña por falseamiento de la historia). 
Presidió en 2013, el homenaje de Astorga al Estandarte de la batalla de Clavijo (859); rindiendo honores el Regimiento de Artilleria Anti-Aérea.
6. Álvarez de Toledo
61. García Álvarez de Toledo 
y Carrillo
Primer Duque de Alba (1474)
Adelantado Mayor de Castilla y León
Conquista de Granada con los Reyes Católicos
Casado con María Enriquez de Quiñones, nieta de Diego Fernández de Quiñones, Primer Conde de Luna. Título hereditario que el rey Enrique IV de Castilla le otorgó en 1472 al convertir el Condado de Alba de Tormes en Ducado. Hijo de Fernando Álvarez de Toledo y Sarmiento, Primer Conde de Alba de Tormes, y su esposa Mencía Carrillo de Toledo. Hijos: Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez, II duque de Alba; Mencía Enríquez de Toledo, segunda esposa de Beltrán de la Cueva, valido de Enrique IV de Castilla. Murió en 1488.
62. Fadrique Álvarez de Toledo y Quiñones 
II Duque de Alba
Miembro del Consejo del emperador Carlos
Señor de Huéscar
Caballero de la Orden del Toisón de Oro
Jaquelado de quince piezas de plata y azur,
al timbre Corona ducal y Manto de Grandeza de España.
Hijo de García Álvarez de Toledo y Carrillo, Duque de Alba de Tormes, y de María Enríquez de Quiñones. Fadrique estuvo siempre muy vinculado a los Reyes Católicos. Su padre intervino activamente en 1476 en la batalla de Toro, que dio la victoria a la futura Isabel I de Castilla sobre su sobrina Juana la Beltraneja, y su madre era hermanastra de Juana Enríquez, madre de Fernando II de Aragón.
Participó en la Guerra de Granada y, como consecuencia de las Capitulaciones de Granada acordadas el 25 de noviembre de 1491, entre cristianos y moros, fue uno de los 48 nobles laicos y eclesiásticos que, el 30 de diciembre de ese mismo año, cofirmó la entrega de Granada, último reducto musulmán en la Reconquista de España. Fadrique estuvo al frente de las tropas que lucharon contra los franceses en el Rosellón en 1503.
Cuando Fernando el Católico, actuando como regente del reino de Castilla, se decidió a invadir y tomar el reino de Navarra (1512)amparado en una bula del papa Julio II, puso al mando de sus ejércitos al II duque de Alba, el cual cumplió en sólo dos semanas la misión militar encomendada, debido en gran parte a que Pamplona era beamontesa (1512). En recompensa fue nombrado Capitán general de Andalucía y señor de Huéscar.
Se casó en 1480 con Isabel de Zúñiga y Pimentel (1470-1520), condesa de Sevilla, hija de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, Primer Duque de Béjar. De su segunda esposa Leonor Pimentel y Zúñiga, nacieron cinco hijos, de los cuales García, el primogénito llamado a sucederle en la línea dinástica, premurió a su padre y los títulos y estados fueron heredados por Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba, nieto de Fadrique. Falleció en su villa de Alba de Tormes, el 18 de octubre de 1531.
63. Fernando Álvarez de Toledo 
y Pimentel
Gran III Duque de Alba 
Mayordomo mayor del Rey de España
Miembro de sus Consejos de Estado y Guerra
Gobernador del  ducado de Milán (1555-1556)
Virrey del reino de Nápoles (1556-1558)
Gobernador de los Países Bajos (1567-1573)
Virrey-Condestable del reino de Portugal (1580-1582)
Campañas Militares: Guerras habsburgo-otomanas, Jornada de Túnez, Guerra de Esmalcalda, Batalla de Mühlberg, Guerra de Flandes, Batallas de Jemmingen y Jodoigne, Guerra de sucesión portuguesa, Batalla de Alcántara.
Fue el hombre de mayor confianza y obediencia al rey Carlos I de España y Emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico; y de su hijo y sucesor, Felipe II de España, Mayordomo mayor del Rey de España, miembro de sus Consejos de Estado y Guerra, gobernador del  ducado de Milán (1555-1556), Virrey del reino de Nápoles (1556-1558), Gobernador de los Países Bajos (1567-1573) y Virrey-Condestable del reino de Portugal (1580-1582). Representó a Felipe II en sus esponsales con Isabel de Valois y con Ana de Austria.
Considerado por los historiadores como el mejor general de su época y uno de los mejores de la historia, se distinguió especialmente en La Jornada de Túnez (1535) -participando en la victoria de Carlos I sobre el pirata otomano Barbarroja, lo que devolvió el dominio de la Monarquía Hispánica sobre el occidente del Mar Mediterráneo-, y en batallas como Mühlberg(1547) -en la que el ejército del emperador Carlos venció a los príncipes protestantes alemanes-. 
Eternizó su memoria reprimiendo la rebelión de los Países Bajos, donde actuó con gran rigor castigando a los rebeldes, instituyendo el Tribunal de los Tumultos y derrotando totalmente a las tropas de Guillermo de Orange y posteriormente a Luis de Nassau en la Batalla de Jemmingen (1568) al inicio de la Guerra de los Ochenta Años.
Coronó su carrera ya anciano con la crisis sucesoria en Portugal (1580), venciendo en la Batalla de Alcántara y recuperando este reino para Felipe II. Gracias a su genio militar España logró la unificación de todos los reinos penínsulares y la consecuente ampliación de los territorios de ultramar.
El 26 de diciembre de 1566 recibió la Rosa de Oro, el bonete y el estoque bendito otorgados por el papa Pío V, a través del breve Solent Romani Pontifices, en premio a sus singulares esfuerzos en favor del catolicismo. Fue camarada de armas, amigo y protector del poeta y soldado Garcilaso de la Vega, que dedicó parte de su Égloga II a ensalzar a la casa de Alba y a su duque. Su divisa en latín era "Deo patrum nostrorum" (al Dios de nuestros padres).
Su figura es una de las más importantes de la leyenda negra española, que lo describe como un auténtico señor de la guerra, famoso e intrépido pero, al mismo tiempo, brutal, implacable y severo al extremo. Aun así, Alba es el mayor héroe que España ha producido, uno de los primeros hombres de su siglo y un líder indiscutible, duro, recio y respetuoso de sus hombres. En las arengas decía, «señores soldados», haciendo las delicias de los Tercios, sus tropas de élite. La vida del III duque de Alba fue jalonada por una larga serie de hazañas militares que contribuyeron a que España alcanzase su apogeo en el siglo XVI.
Fernando Álvarez de Toledo nació en Piedrahita, provincia de Ávila, el 29 de octubre de 1507. Era hijo de García Álvarez de Toledo y Zúñiga, heredero de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones, II duque de Alba de Tormes, y de Beatriz Pimentel y Pacheco, hija de Rodrigo Alonso Pimentel, IV conde-I duque de Benavente y de su esposa, María Pacheco. Siguiendo la línea dinástica le hubiera correspondido a García ser el tercer duque, mas éste murió en una campaña en África (1510) en la isla de Yerba, por lo que Fernando quedó huérfano a los tres años de edad. Cuando falleció Fadrique, en 1531, el título ducal pasó directamente a su nieto Fernando como hijo varón primogénito de García.
Arquetipo de la nobleza de León y Castilla, fue educado en la corte ducal de Alba de Tormes, por dos preceptores italianos, Bernardo Gentile (benedictino siciliano) y Severo Marini, y por el poeta renacentista español Juan Boscán, quienes lo formaron en el catolicismo y el humanismo. Dominaba perfectamente el latín y hablaba francés, inglés y alemán. Desde su juventud estuvo siempre al servicio de los monarcas españoles, tanto como soldado, cortesano, diplomático o gobernante.
Su dedicación a las armas fue constante desde muy joven, hasta el punto de que con tan sólo seis años acompañó a su abuelo a Navarra con el ejército que la tomó. En 1524, cuando contaba con diecisiete años, se unió sin el permiso familiar a las tropas del Condestable de Castilla Íñigo de Velasco que sitiaron y rindieron la plaza de Fuenterrabía, ocupada porfranceses y navarros; por su intervención en la exitosa contienda fue nombrado gobernador de Fuenterrabía. Más tarde venció al ejército francés en Perpiñán.
Acudió en 1532 a la llamada del emperador Carlos V para marchar a Viena, acompañado de su amigo Garcilaso de la Vega, por el acoso otomano. No fue preciso entrar en combate, pues visto el formidable ejército imperial de más de 200 000 hombres, los turcos levantaron el asedio.
Donde sí tuvo ocasión de luchar fue en Túnez: a primeros de junio de 1535 embarcó en Cagliari con el contingente militar que mandaba el marqués del Vasto; el 14 de julio cayó la fortaleza de La Goleta y una semana después la propia ciudad de Túnez defendida por Barbarroja.
En 1547 el emperador tuvo que enfrentarse a las fuerzas protestantes de la Liga de Esmalcalda; el duque de Alba estaba al mando de los Tercios españoles que intervinieron en la batalla de Mühlberg, a orillas del río Elba, con victoria de las armas imperiales contra el elector de Sajonia.
A partir de 1548, el rey Carlos intensificó los preparativos del príncipe Felipe como su sucesor de la Monarquía Hispánica, enviando al Duque con Felipe a un viaje por Europa que duró dos años. El duque de Alba acompañó personalmente al príncipe Felipe a Inglaterra con motivo de su segundo matrimonio, con la reina María I Tudor de Inglaterra. Fue uno de los quince Grandes de España que asistieron a la ceremonia en la abadía de Winchester el día 25 de julio de 1554.
Al año siguiente se avivó en Italia el conflicto entre Francia y España; el III duque de Alba fue enviado allí como Capitán general, Gobernador de Milán (1555) y Virrey de Nápoles (1556).
El recién nombrado papa Pablo IV, enemigo visceral de los Habsburgo, incitó al rey Enrique II de Francia a expulsar a los españoles de Italia, para lo cual unió sus propias tropas a las del francés mientras que en julio de 1556 declaró a Felipe II desposeído de su título de rey de Nápoles. El duque no esperó más y se dirigió a Roma al frente de 12 000 soldados; ante tal amenaza el Papa pidió una tregua parlamentada, tiempo que aprovechó para que un ejército francés mandado por Francisco de Guisa entrase por el norte de Italia y marchase hacia Nápoles. Alba optó por evitar la batalla campal, reforzando las defensas de las principales ciudades a la espera de que el ejército galo, lejos de sus bases, acabase por rendirse. La táctica del duque consiguió los resultados esperados. Por ello y ante la llamada de Enrique II a consecuencia de la aplastante victoria de España sobre los franceses en la Batalla de San Quintín, el duque de Guisa hubo de volver presurosamente a Francia. Sin apoyo francés, las tropas papales fueron arrolladas por las españolas y el duque de Alba entró victorioso en Roma en septiembre de 1557.
En 1559 se firmó entre los reyes de España y de Francia la Paz de Cateau-Cambrésis, que fue el tratado de mayor importancia de la Europa del siglo XVI, cuya vigencia duró un siglo. Por este tratado España inició su preponderancia en occidente y la península itálica obtuvo un prolongado período de tranquilidad. La paz entre ambas potencias quedó sellada a través del matrimonio entre el monarca español -dos veces viudo- e Isabel de Valois, la hija del rey francés Enrique II. En la boda real, que se celebró en París, "por poderes", fue Fernando Álvarez de Toledo, quien representó a Felipe II y tomó simbólicamente posesión del tálamo nupcial.
Entre agosto y octubre de 1566, se produjo en los Países Bajos el «Asalto a las imágenes» en el que los protestantes calvinistas profanaron los lugares de culto y destruyeron estatuas en iglesias y monasterios. La revuelta religiosa pronto se transformó en una civil.
 Felipe II envió al III duque de Alba al mando de un poderoso ejército, que llegó a Bruselas el 22 de agosto de 1567. A su llegada sustituyó a Margarita de Parma, la media hermana natural del rey español, como responsable de la jurisdicción civil y rápidamente se dio cuenta de que la nobleza local estaba en franca rebeldía contra el rey Felipe II y apoyaba abiertamente a la herejía protestante.
Pocos días después, el 5 de septiembre, estableció el «Tribunal de los Tumultos», popularmente conocido en los Países Bajos como el «Tribunal de la Sangre», para juzgar a los responsables de los disturbios del año anterior y especialmente a los herejes. El conde de Egmont, general católico al servicio de Felipe II que estuvo al frente de la caballería que venció a los franceses en la batalla de San Quintín (1557) y el conde de Horn, dos de las tres cabezas del levantamiento, fueron capturados. El tribunal actuó con un extraordinario rigor y sentenció a muerte a los responsables. La pena se ejecutó el 5 de junio de 1568 en la Plaza del Ayuntamiento de Bruselas. El duque de Alba tenía poca confianza en la justicia flamenca y él mismo presenciaba las ejecuciones. En el ajusticiamiento del conde de Egmont, que era su amigo personal a quien respetaba, no pudo contener el llanto. Jamás se arrepintió o tuvo remordimientos por estas sentencias. Incluso solicitó a su rey una pensión vitalicia para la viuda del conde de Egmont.
Por otro lado, el mantenimiento de las tropas llevadas a Flandes acarreaba cuantiosos gastos que forzaron al Duque a imponer nuevos tributos. Algunas ciudades, entre ellas Utrecht, se negaron al pago del «diezmo» y se declararon en rebeldía. La rebelión se extendió rápidamente por los Países Bajos.
Este estado de cosas propició la intervención desde el exterior del tercer cabecilla del levantamiento, el insumiso príncipe de Orange, Guillermo Nassau «el Taciturno», quien contó con la ayuda de los hugonotes franceses. Numerosas ciudades fueron tomadas por la fuerza de las armas. Las tropas españolas avanzaban bajo estandartes con la leyenda "Pro lege, rege, et grege" (Por la ley, el rey, y el pueblo).
En 1572 los Tercios realizaron el Saqueo de Malinas para luego ocupar Zutphen, Alkmaar y Naarden. El Asedio de Haarlem por los españoles, en el que ambos bandos se caracterizaron por su brutalidad y salvajismo, culminó con la rendición de la ciudad y la ejecución de toda su guarnición, estimada en 2.000 hombres. Estas terribles campañas militares y la durísima represión con que actuó el III Duque de Alba hacia los rebeldes flamencos le valió el apelativo de «Duque de Hierro»..
A pesar que las acciones militares fueron constantes, la situación política no mejoró en modo alguno. Las numerosas quejas llegadas a la corte, entre ellas las del erudito Benito Arias Montano, en contra de los métodos utilizados en Flandes, durante cinco años de represión y con más de 3.000 ejecuciones, decidieron a Felipe II a cambiar de política y relevar al duque de Alba. En su lugar el monarca envió a Luis de Requesens quien optó por usar menos la fuerza y dar más concesiones a los rebeldes. Alba retornó a España en 1573.
A pesar de todo, el duque aún contaba en las deliberaciones del Consejo de Estado. El duque Fernando pertenecía, desde la época del rey Carlos I, al ala dura-conservadora. Este bando disputaba los asuntos del reino con la posición más blanda-liberal llamada ebolista o de los humanistas, liderada por Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli y su secretario Francisco de Eraso. Tras la muerte del príncipe de Éboli, en 1573, Antonio Pérez, el secretario real pasó a liderar la facción liberal y comenzó su asociación con Ana de Mendoza de la Cerda, princesa de Éboli.
Su hijo y heredero Fadrique había dado promesas de matrimonio a Magdalena de Guzmán, dama de la reina Ana de Austria, pero no las cumplió, lo que le costó el arresto y encarcelamiento en el Castillo de La Mota, en Medina del Campo (1566). Al año siguiente fue puesto en libertad para que pudiera marchar con su padre a Flandes prestando servicio en el ejército. En 1578 Felipe II ordenó reabrir el proceso contra Fadrique, en el transcurso del cual se descubrió que a fin de evitar su boda con la reclamante, Fadrique se había casado, por tercera vez, en secreto y por poderes con María de Toledo, hija de García Álvarez de Toledo y Osorio, IV marqués de Villafranca del Bierzo, valiéndose de una autorización emitida para tal fin por su padre el duque de Alba, contraviniendo las disposiciones del rey. Fadrique quedó confinado en su prisión, en el Castillo de la Mota y el Duque fue desterrado de la corte, por un período de un año, de donde partió al exilio de Uceda con la prohibición de salir de la villa.
La muerte del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir (1578,) sin descendencia directa que lo sucediera en el trono, hizo que la corona recayera en su tío-abuelo, el cardenal Enrique I de Portugal. Su fallecimiento provocó la crisis sucesoria portuguesa de 1580.
El consejo de regencia en Portugal era favorable a entregar el trono al rey Felipe II de España, quien tenía derecho a la corona lusitana debido a que su madre había sido Isabel de Portugal -la segunda hija del rey Manuel I de Portugal y de su segunda esposa María de Aragón y Castilla.
Sin embargo, otro pretendiente al trono, Antonio, Prior de Crato, hijo bastardo del infante Luis de Avis y, por tanto, nieto de Manuel I, se proclamó rey en junio de 1580.
Para neutralizar militarmente las pretensiones monárquicas del prior de Crato, Felipe II rápidamente rehabilitó a Fernando Álvarez de Toledo, quien era famoso como excelente general.
El rey encomendó al anciano duque (72 años) que gozaba de una enorme popularidad en el mando de la tropa, la misión de conquistar Portugal.
El duque, nombrado capitán general, reunió 40 000 hombres en Badajoz,  cruzó la frontera hispano-portuguesa y avanzó hacia Lisboa. El el 25 de agosto de 1580 venció al ejército portugués del general Diego de Meneses en la batalla de Alcántara y entró triunfante en la ciudad, despejando el camino para la llegada de Felipe II que se convirtió en el rey Felipe I de Portugal, logrando la unión dinástica con los demás reinos de la Monarquía Hispánica bajo la Casa de Habsburgo. Así, el Imperio español alcanzó su apogeo.
El rey Felipe II recompensó a Fernando Álvarez de Toledo con el cargo de I virrey de Portugal, el 18 de julio de 1580, representando al monarca español como rey de Portugal en la unión dinástica y también con el título de condestable de Portugal, que le significaron al duque de Alba ser la segunda persona en la jerarquía después del propio rey, poderes ambos que ostentó hasta su muerte.
Fernando Álvarez de Toledo murió en Tomar, localidad próxima a Lisboa, el 11 de diciembre de 1582, auxiliado por el famoso fray Luis de Granada, a la edad de setenta y cuatro años. Conservó hasta último momento toda su bravura, grandeza de espíritu e inteligencia.
Sus restos fueron trasladados a Alba de Tormes, donde fue enterrado en el convento de San Leonardo. En 1619 fueron trasladados al convento de San Esteban de Salamanca, en donde desde 1983 reposan en una capilla del convento que contiene un mausoleo proyectado por Chueca Goitia y que fue costeado por la Diputación Provincial de Salamanca.
Matrimonio e hijos:
Su primer hijo, Fernando de Toledo (1527-1591), fue fruto de una relación con una molinera de la cercana localidad de La Aldehuela. El duque se casó en 1527 con su prima María Enríquez de Toledo y Guzmán (m. 1583), hija de Diego Enríquez de Guzmán, III conde de Alba de Liste, con la que tuvo cuatro hijos, tres varones y una mujer.
-García Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (1530-1548)
-Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán, IV Duque de Alba 1537-1585)
-Diego Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (1541-1583), conde de Lerín y condestable de Navarra por su matrimonio (1565) con Brianda de Beaumont (1540-1588), hija de Luis de Beaumont. Le sucedió Antonio Álvarez de Toledo y Beaumont, V duque de Alba de Tormes (1568-1639)
-Beatriz Álvarez de Toledo y Enríquez de Guzmán (m. 1637), se casó con Álvaro Pérez Osorio, V marqués de Astorga.
64. García Álvarez de Toledo 
y Osorio 
IV Marqués de Villafranca del Bierzo
Capitán General del Mar (1544)
Virrey de Cataluña (1558-1564)
Virrey de Sicilia (1564-1566)
Hijo de Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga, virrey de Nápoles y Juana Pimentel, II Marquesa de Villafranca del Bierzo, y nieto de Fadrique Álvarez de Toledo y Enríquez de Quiñones, II Duque de Alba. Se distinguió en las batallas de la Goleta de Túnez, Argel, Sfax, Calabria y Mebredia, donde se le concedió el título de Capitán General de las Galeras de Nápoles. Fue Capitán General de la expedición a Grecia y Capitán General del Mar, título que se le dio en 1544 tras derrotar al pirata Barbarroja. Tuvo asimismo los cargos de Coronel General de la Infantería del Reino de Nápoles, Virrey de Sicilia (1564-1566) y Virrey de Cataluña (1558-1564). La conquista del Peñón de Vélez en 1564, empresa considerada irrealizable, y el socorro a la isla de Malta le valieron la concesión, por parte de Felipe II, del Ducado de Fernandina y el Principado de Montalbán (1569).
7. Pimentel
71. Luis Pimentel y Pacheco 
Primer Marqués de Villafranca del Bierzo 
Casado con Juana de Osorio Bazán
(1486-1497)
72. Juan Alonso Pimentel de Herrera 
y Quiñones
V Duque de Benavente
Virrey de Nápoles
Casado con Catalina de Quiñones 
(m. 1621)
73. Pedro Pérez de Guzmán 
y Zúñiga
Primer Conde de Olivares
Segundo hijo del III Duque de Medina-Sidonia. Fundador de una rama menor de la Casa de Medina-Sidonia, la Casa de Olivares. Su padre pidió en 1507 a Fernando el Católico una encomienda para él ya que, al no ser el primogénito, no le correspondía título alguno. Sin embargo, hasta la muerte de su madre, careció de dominios propios, heredando los que ésta tenía enOlivares, probablemente por disposición testamentaria. Por los servicios prestados al emperador Carlos V en Italia, Alemania y Túnez, el monarca le concedió en Palermo, el 12 de octubre de 1535, el Condado de Olivares, siendo el primer conde de dicho título.
74. Juan Francisco Pimentel 
y Ponce de León

VII Duque de Benavente
VIII Conde de Luna
(1614-1652)
75. Gaspar de Guzmán y Pimentel 
III Conde de Olivares
Conde-Duque de Olivares
Valido de Felipe IV
(1587-1645)
Velázquez-Museo del Prado (1634)
Gaspar de Guzmán y Pimentel Ribera y Velasco de Tovar (Roma 1587-Toro 1645) fue III Conde de Olivares. Nieto de Pedro Pérez de Guzmán y Zúñiga, I conde de Olivares, y bisnieto del III duque de Medina Sidonia. Provenía del 'clan de los Guzmanes', de Teba, Málaga, del que nació también santo Domingo Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores. Nació en Roma, donde su progenitor, Enrique de Guzmán, era embajador de España. Vivió en Italia hasta los doce años, pues su progenitor fue sucesivamente virrey de Sicilia y de Nápoles. Como tercer hijo de la Casa de Olivares, rama menor de la poderosa Casa de Medina Sidonia, se le destinó a la carrera eclesiástica. A los catorce años fue enviado a estudiar derecho canónico a la Universidad de Salamanca. Sin embargo, las muertes sucesivas de sus dos hermanos mayores le convirtieron en heredero del título, de forma que tuvo que abandonar en 1604 los estudios para acompañar a su padre en la corte de Felipe III, donde  había sido nombrado miembro del Consejo de Estado y Contador Mayor de Cuentas. Al morir su padre en 1607, heredó el mayorazgo de Olivares y se concentró en cortejar a su prima, Inés de Zúñiga y Velasco, con la que se casaría ese año, con la pretensión de obtener el título de Grande de España. Ante el fracaso en esta pretensión, se retiró a Sevilla para administrar sus dominios, donde pasaría ocho años y compraría la jurisdicción de la villa de Bollullos.
En 1615 consiguió que Francisco de Sandoval, duque de Lerma, lo nombrase gentilhombre de cámara del príncipe Felipe, futuro Felipe IV, con lo que regresó a la corte. Desde ese cargo intervino en las luchas de poder entre el valido del rey, el duque de Lerma y su hijo, el duque de Uceda, apoyando a este último. A la caída de aquel, en 1618, Olivares se encontró formando parte de la facción ganadora. Desde ese papel, emprendió la creación de un polo de poder alternativo, apoyándose en su tío Baltasar de Zúñiga y Velasco, que había sido llamado a la corte en 1617 por el duque de Uceda, a sugerencia de Olivares. Éste, hombre inteligente y de gran influencia, supo hacerse con el favor del futuro Felipe IV, de forma que cuando accedió al trono en 1621 lo nombró favorito en lugar del duque de Uceda, triunfando la facción de Olivares. El 10 de abril de ese año, el rey concedió a Olivares el título de grande de España, utilizando la fórmula convencional «Conde de Olivares, cubríos». Finalmente, a la muerte de su tío en 1622, se hizo cargo del gobierno comovalido.
En lo tocante a la política que habría de seguir en Nueva España, envió para poner en práctica su proyecto reformista al marqués de los Gelves, hombre ya viejo para la época pero acostumbrado a obedecer.
Desde 1622 sus cargos en la corte fueron Sumiller de Corps y Caballerizo mayor, con los que se garantizaba el acceso constante a la persona del rey, tanto dentro de palacio como cuando salía de caza, e incluso con la obligación de dormir en sus aposentos. Desde 1636 también fue camarero mayor. Aparte de otras dignidades y oficios, llegó a ser Comendador Mayor de la orden de Alcántara, Alcaide del Alcázar de Sevilla, Gran Canciller de Indias, General de la caballería española, Tesorero general de la Corona de Aragón y Teniente General. Tuvo asiento en las Cortes de Castilla.
Una vez instalado en el poder inició una actividad política frenética. En el interior trató de llevar a cabo un amplio programa de reformas, mientras que en el exterior tuvo que hacer frente a una serie de compromisos bélicos ocasionados por la reanudación de la guerra con Holanda, el apoyo a los Habsburgo austriacos y la enemistad de Francia, dirigida por el cardenal Richelieu.
Entre las reformas internas, llevó a cabo una campaña contra la venalidad y corrupción del anterior reinado, eliminando de la corte a los miembros de las facciones de Lerma y Uceda y condenando los abusos del reinado anterior con castigos ejemplares. Sin embargo, para afianzar su poder, situó en puestos clave a sus propios parientes, amigos y clientes, y acumuló para su casa títulos, rentas y propiedades.
Sustituyó también el tradicional sistema de consejos por una serie de juntas, que abarcaban diversos ramos de la administración pública (Armada, Sal y Minas, Obras y Bosques, Limpieza y Población), o que cumplían otras funciones como la Junta de Reformación, que velaba por la moralidad de la Corte, o la Junta de Ejecución, organismo ejecutivo para la rápida toma de decisiones. También trató de implantar una serie de medidas económicas de corte mercantilista, como incentivos a las manufacturas de lana y seda, fomento del comercio, medidas proteccionistas, etc., que sin embargo no llegaron a cuajar ante la falta de vigor y constancia. Sin embargo, los proyectos más ambiciosos se referían a la Hacienda y consistieron en la supresión del impuesto de los millones, la creación de unos erarios estatales para la financiación de las obras públicas y el fin de las acuñaciones masivas del reinado anterior, a fin de contener la inflación. No obstante, todas las reformas se estrellaron siempre con el hecho fundamental de la ruina de la economía de los reinos de la monarquía y la pérdida de crédito internacional.
El conde-duque también se preocupó de lo que le pareció el problema fundamental de la monarquía, consistente en la diversidad de prerrogativas reales en cada uno de los reinos de la monarquía, aceptación de la diversidad de normas y costumbres locales que era una constante en la política borgoñona. El programa político de Olivares quedó recogido en el que sería conocido posteriormente como Gran Memorial que presentó al rey en 1624 y cuyo contenido se basaba en dos conceptos principales: reputación y reforma.
En el mismo, se sugiere una solución diametralmente opuesta a las que habían ensayado anteriores soberanos, introduciendo la uniformidad legal en los diversos reinos. Para ello, proponía un plan de reformas encaminadas a reforzar el poder real y la unidad de los territorios que dominaba, con vistas a un mejor aprovechamiento de los recursos al servicio de la política exterior. En su opinión, la eficacia de la maquinaria bélica de la monarquía, sostén de su hegemonía en Europa, dependía de la capacidad para movilizar los recursos de sus reinos, lo cual requería una administración más ejecutiva y centralizada. Esto es lo que se llamó la Unión de Armas, proyecto para incrementar el compromiso de todos los reinos de España para compartir con la Corona de Castilla las cargas humanas y financieras del esfuerzo bélico. De esta forma, se preveía la creación de una reserva común de 140.000 hombres, aportados proporcionalmente a su población por todos los reinos de la monarquía. Esta medida fue interpretada por los territorios de la Corona de Aragón (Reino de Aragón, Principado de Cataluña, Reino de Valencia y Reino de Mallorca) como un peldaño más en su sumisión a la monarquía
En el exterior, aunque Olivares dejó a un lado las campañas imperialistas y agresivas, se concentró en la defensa de lo heredado del siglo anterior. Los Países Bajos y Alemania fueron los escenarios donde se llevó a cabo esta lucha por la supervivencia. La lucha ya había comenzado en Alemania en 1618, con el desencadenamiento de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Los Habsburgo españoles no participaron directamente, sino que enviaron dinero y hombres a sus parientes austriacos. Estas tropas colaboraron en el aplastamiento de la rebelión bohemia, y simultáneamente se invadió el Bajo Palatinado. La rebelión de los católicos de la Valtelina contra sus señores protestantes de la Liga Grisona, permitió estacionar tropas españolas en el valle y proteger el camino español entre Génova y los Países Bajos, operación refrendada por el tratado de Monzón en 1626. Con respecto a Holanda, se reanudaron las hostilidades con las Provincias Unidas al no prorrogarse la Tregua de los Doce Años, considerada ruinosa por la corte hispánica. Al principio tuvieron algunas victorias, como la Fleurus (1622) o la rendición de Breda (1625).
Sin embargo, las guerras provocaron un endeudamiento creciente por falta de de nuevos recursos financieros, hasta llegar a la bancarrota de 1627. Desde entonces, las derrotas militares se sucedieron, abriendo camino a la decadencia del poderío de los Habsburgo españoles en Europa. La monarquía había perdido las buenas relaciones con la Inglaterra de los Estuardo, al fracasar las negociaciones para casar a la Infanta María Ana con el príncipe de Gales. En Flandes perdieron Bolduque (1629), Maastricht (1632) y Breda (1637), y la flota española fue derrotada por la holandesa en la batalla de las Dunas (1639). En Italia, la segunda guerra de sucesión de Mantua se había resuelto con la anexión por parte de Francia del Marquesado de Montferrato, mediante el tratado de Cherasco en 1631, perdiéndose definitivamente la Valtelina, en 1639. En el Imperio, la resonante victoria española de Nördlingen de 1634, en la que el Cardenal-Infante Fernando arrolló el ejército de Gustaf Horny Bernardo de Sajonia-Weimar, dio paso a la irrupción de Francia en la guerra, que entraba así en su fase decisiva.
Rendición de Breda (1637)
Tras la victoria de Breda, el Conde-Duque escribió al rey un memorial para defenderse, conocido como Reformación en tiempo de guerra, siendo ya un secreto a voces las conspiraciones de los enemigos del valido. En aquel documento, Olivares justificaba su gestión y se exculpaba de los problemas que acuciaban al país, alegando que las decisiones que había tomado en sus, por entonces, 15 años de gobierno, habían sido absolutamente necesarias. Además, explicaba al monarca cómo funcionaban y qué tramaban los grupos opositores. Con su política autoritaria, el valido se había granjeado la animadversión de buena parte de la Iglesia y de la nobleza, que se sentía ultrajada por un aristócrata de rango inferior, ya que aún no era Grande de España. Una y otra veían su poder mermado y sus posesiones amenazadas porque el conde-duque se había propuesto acabar con sus privilegios con el fin de reforzar la autoridad del rey.
Olivares protagonizó en el periodo 1627-1635 un último intento de imponer sus reformas por la vía autoritaria. La política unificadora seguía siendo, a los ojos del conde-duque, la única posibilidad de salvación para la monarquía, pues era preciso que los demás reinos contribuyesen a las cargas militares que Castilla sola ya no podía sostener. Sin embargo, las resistencias fueron aún mayores y, unidas a las derrotas militares, minaron el prestigio del valido. Tras un primer sobresalto con elmotín de la Sal de Vizcaya (1630-1631), el descontento en el interior de los reinos peninsulares estalló por fin en 1640. La ocupación francesa de Salses, en elRosellón, con lo que la guerra llegaba a Cataluña, fue el pretexto hallado por Olivares para imponer la Unión de Armas. Sin embargo, el sistema de reclutamiento fue declarado contrario a las constituciones catalanas por la Diputación catalana, y los disturbios surgidos a raíz de la obligación de alojar las tropas terminaron creando un clima de tensión que desembocó en el trágico Corpus de Sangre (junio de 1640) y la secesión catalana, que no sería sofocada hasta 1652. Del mismo modo, meses más tarde, y por razones similares (esta vez las tropas eran para sofocar el levantamiento en Cataluña), se produjo lainsurrección de Portugal en diciembre de 1640, que conduciría a su independencia y el fin de la unión dinástica con el resto de reinos hispánicos. A las derrotas castellanas en Montjuich (junio de 1641) y Lérida (octubre de 1642) se unió laConspiración independentista en Andalucía (en el verano de 1641), con lo que el conde-duque perdió finalmente todo su crédito político y fue desterrado el 23 de enero de 1643, en lo que influyó la nobleza, que transmitió al monarca la noticia de que el de Olivares se hacía pagar con favores de mujeres los cargos y prebendas públicas que otorgaba. Primero se retiró a su señorío de Loeches, en las inmediaciones de Madrid. Incluso entonces, los detractores del antiguo valido siguieron formulando acusaciones contra él, hasta que consiguieron que el rey le desterrara más lejos, a la ciudad de Toro en 1643, y que fuera procesado por la Inquisición en 1644. Allí murió en 1645 y está sepultado en un convento fundado por él en Loeches.
El autoritarismo del conde-duque no había sido bien recibido por los súbditos de la monarquía, incluso si tal autoritarismo era la consecuencia de la convicción de que la supervivencia de la monarquía requería la movilización para la guerra de todos los recursos humanos y tributarios disponibles. La caída de Olivares no supuso, sin embargo, ningún cataclismo. Felipe IV había gobernado veintidós años con el conde-duque y gobernaría otros tantos sin él. No obstante, la caída de Olivares hizo salir definitivamente a la luz dos hechos que ningún soberano de la casa de Habsburgo podría cambiar. Por un lado, la hegemonía entre las potencias europeas de la monarquía hispánica estaba a punto de pasar a Francia. Por otro, la corona había visto fracasar sus esfuerzos por reformar el ordenamiento administrativo, constitucional y económico, en su pretensión de encarar favorablemente los cambios que estaba experimentando Europa. Sus esfuerzos resultaron aún más baldíos por cuanto la sociedad española, al igual que sus coetáneas europeas, eran instintivamente reticentes a todo cuanto significase "novedad".
Hasta el advenimiento de una nueva dinastía, ningún ministro se atrevería a impulsar unas reformas tan radicales como las propugnadas por Olivares. Debido a su fracaso, el conde-duque había desacreditado muchos de los aspectos de la política con la que se le asoció. Sin embargo, sus medidas reformistas, desde sus planes de repoblación hasta los de reforma fiscal, reaparecieron de una forma u otra durante el gran movimiento reformista borbónico del siglo XVIII.
El personaje de Olivares es hoy recordado acaso más por su presencia en las artes que por su faceta política. Apoyó al joven pintor Velázquez, de orígenes andaluces como él, en su acceso a la corte de Madrid. Velázquez pintó diversos retratos de Olivares, como el ecuestre del Museo del Prado y varios de cuerpo entero conservados en diversos países. Una efigie de Olivares, basada en un retrato de Velázquez y realzada con una orla por Rubens, fue grabada por Paulus Pontius.
Por otro lado, los historiadores [¿quién?] dicen que fue Olivares, y no Felipe IV, quien impulsó la construcción del Palacio del Buen Retiro de Madrid, un amplio proyecto que revolucionó el ámbito de la pintura en la ciudad, gracias a los encargos y compras masivas que se efectuaron para decorar este nuevo palacio. Se dice que Olivares propuso la gran obra para distraer al rey y gozar de mayor libertad en sus tareas de gobierno.
Fuente: Wikipedia